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Recuerdos

Acordes y desacuerdos: la inolvidable melodía de Ian
Por Laurie Olin, Julho 31, 2019

La publicación de Design with Nature (Proyectar con la naturaleza) cambió el campo de la arquitectura paisajística para siempre. El libro, su punto de vista ecológico, el método racional y el autor también tuvieron un importante efecto positivo en mi propia vida y en mi carrera. La primera vez que escuché hablar de Ian McHarg fue de boca de unos compañeros de arquitectura de Seattle que se quedaron en mi departamento de Nueva York en 1966. Viajaban ida y vuelta a la península Delmarva para un taller sobre arquitectura paisajística en Harvard, donde Ian enseñaba durante un período sabático de la Universidad de Pensilvania. Me sorprendió un poco que estuvieran planificando para una península entera que abarcaba gran parte de dos estados.

Lo escuché hablar por primera vez en Seattle y lo conocí en marzo de 1971, cuando enseñaba con Grant Jones en la Universidad de Washington. Había venido a dar las conferencias de John Danz, que consistían, en gran parte, en extractos de Design with Nature.1 Las tres conferencias se llamaban: “Man, Planetary Disease” (“El hombre, enfermedad planetaria”), “An Ecological Metaphysic” (“Una metafísica ecológica”) y “Design with Nature” (“Proyectar con la naturaleza”). Era fascinante. Su presentación de los problemas que surgían de nuestra ideología, política y hábitos de la práctica era convincente. Al igual que muchos otros, lo entendí. Entre las conferencias nocturnas y los eventos sociales, Ian se sentía perdido durante el día; entonces, venía a la escuela y pasaba el tiempo en nuestro taller. De cerca, era encantador, cálido y amable con los estudiantes, quienes preparaban un plan de ordenamiento paisajístico para Bainbridge Island. Fue un crítico astuto y generoso con Grant y conmigo. Un año más tarde, fui a Europa a trabajar en una historia paisajística del sur de Inglaterra, y para estudiar la sociología del dominio público de Roma.

Gracias a una feliz coincidencia, me incorporé al cuerpo docente de la Universidad de Pensilvania en 1974, en un momento en que el Departamento de Arquitectura Paisajística y Planificación Regional contó con una rica presencia de científicos naturales y sociales, además de arquitectos paisajistas, arquitectos y planificadores, entre su cuerpo docente. El currículo era ambicioso, abarcador y agotador, pero emocionante y notablemente productivo en la investigación, la enseñanza y la producción de futuros educadores y profesionales que se fueron a todas partes del mundo y difundieron el mensaje de Design with Nature. Desde entonces, el análisis ecológico (la integración de datos mediante técnicas de superposición y un método interactivo basado en una matriz para planificar y diseñar a un rango de escalas propuesto por Ian y nuestro currículo) se ha infiltrado en los métodos de trabajo de las prácticas de diseño, los currículos de enseñanza en las instituciones académicas y los organismos públicos de todo el país y el mundo.

Ian tenía veinte años en 1940, y la Segunda Guerra Mundial había empezado. Su juventud se suspendió mientras estallaba puentes como comando tras líneas enemigas. Luego, fue parte de una generación que quería arreglar las cosas, no cometer los errores de las generaciones anteriores.

Los pensamientos marxistas y freudianos, que habían tenido una influencia sobre los empeños intelectuales durante varias décadas antes de la guerra, fueron reemplazados por una nueva perspectiva: el estructuralismo, que ofrecía significado y métodos a disciplinas desde la lingüística y la literatura hasta la filosofía y la ecología, e incluso la economía y el diseño, durante los 50 y los 60. El mundo intelectual, académico y profesional de los años de posguerra estaba empapado de un pensamiento de sistemas instrumentales y la creencia de que debían aplicarse la razón y los métodos racionales, sin importar el campo y el tema. McHarg aprovechó sus estudios de grado en Harvard para realizar un curso intensivo de ciencia, sociología y teoría de planificación urbana. Estaba decidido a desarrollar un método y una práctica para planificar paisajes que fueran objetivos, no subjetivos; que fueran tan racionales y replicables como las ciencias duras, no intuitivos y obstinados, “no como el diseño de los sombreros de dama”, diría él enfurecido. Paso a paso, desarrolló el currículo en la Universidad de Pensilvania con la ayuda del dinero para investigación que le permitía a él y a sus colegas considerar el problema de la vivienda humana y los problemas más fundamentales de la planificación y diseño de comunidades a una escala desde vecindarios hasta regiones fisiográficas.

En sintonía con varios científicos naturales que se habían convertido en figuras públicas, McHarg usó la televisión nacional para defender la planificación ambiental. No cabe duda de que su retórica, su presentación y sus publicaciones tuvieron una influencia importante en la creación y los primeros años de la Agencia de Protección Ambiental y las leyes de Agua Limpia y Aire Limpio, de los mandatos de Lyndon Johnson y Richard Nixon, en los Estados Unidos. Los problemas que mencionó e intentó abordar (asuntos relacionados con salud, seguridad, asentamientos, recursos, ecología y capacidad de recuperación) siguen siendo los más importantes que enfrentamos, y hoy parecen ser más evidentes y graves que en su momento más estridente.

A veces, la gente me pregunta cómo era el departamento, o me sugiere que piensa que McHarg era indiferente con el diseño. Sencillamente, no es cierto. Otros especularon que Bob Hanna, Carol Franklin, otros diseñadores profesionales y yo éramos una especie de antídoto de diseño para el llamado método. De hecho, con el apoyo y la convicción de Ian, intentábamos demostrar que la ciencia y la ecología no se oponían al diseño, sino que lo respaldaban cuando se trabajaba bien, que en realidad eran parte de la implementación.

Él intentó aclarar esto en un libro que extendía sus ideas a la ecología humana, pero el volumen esperado “Design for Man” (“Proyectar para el hombre”) nunca se concretó, en parte debido a las dificultades irresolubles inherentes a la ciencia social. En el análisis final, la arquitectura paisajística no es una ciencia. Al igual que la arquitectura, es un arte útil, que utiliza los descubrimientos y los conocimientos de la ciencia junto con los conocimientos del arte, la destreza, el diseño y la construcción para atender las necesidades humanas en entornos sociales. Eso lo sabíamos, y debatíamos hasta el cansancio que, en cierto punto, nuestros estudiantes debían cargar todos sus análisis a la espalda como un paracaídas y saltar, con la esperanza de lograr un aterrizaje suave y no chocar. Les comunicaba sus opciones como profesionales éticos, acerca de costos, seguridad, salud y resultados ambientales. Las ideas de McHarg eran una guía y se debían usar como listas de verificación sobre responsabilidad, no como un conjunto de reglas que limitan la imaginación, y como una restricción de la estupidez y la ignorancia, no de la creación.

Me di cuenta de que el método de superposición para examen, comparación e interacción entre varios factores y temas (naturales, sociales, históricos, teóricos) podría ser tan estimulante y útil para construir y crear un esquema mediante consideraciones aditivas como lo era para escarbar en los factores históricos y naturales para elaborar matrices de idoneidad, lo cual resulta interesante. En más de veinte proyectos con Peter Eisenman, exploré superponiendo capas de información y proyectando hacia el futuro, con la intención de encontrar estructuras de diseño alternativas, soluciones formales y artísticas a problemas complejos de planificación y diseño. Algunos ejemplos de mi trabajo, construido y no construido, son el centro Wexner de la Universidad Estatal de Ohio; el parque Rebstock en Frankfurt, Alemania; y la Ciudad de la Cultura en Santiago de Compostela, España. Después de muchos proyectos algo experimentales, también descubrí que los procesos naturales y la ecología son metáforas poderosas que han sido de gran ayuda y una inspiración en mi trabajo. Varios de mis proyectos más recientes derivan de reflexiones y análisis profundos de la historia ecológica, para lograr una comprensión de un lugar y una situación, y diseños físicos complejos y receptivos. La comunidad residencial en el campus norte de la Universidad de Washington, en Seattle, que se completó hace poco, Apple Park en Cupertino, California, y Los Angeles River Master Plan actual de OLIN, que está en desarrollo, y sus proyectos piloto, son ejemplos de este enfoque.

En las últimas dos décadas, McHarg y Design with Nature recibieron varias críticas, que son tan inapropiadas y están tan mal informadas como el menosprecio hacia Frederick Law Olmsted y sus parques por parte de una generación reciente de profesionales. Sin embargo, la mayor parte de la crítica a McHarg se centró en los medios, los métodos y los datos del trabajo, y argumentan que están desactualizados y son simplistas. Hay algo de cierto en esto, debido a que los sistemas estructurales de pensamiento son políticos y moralistas por naturaleza; es inevitable que surjan asuntos éticos, ya sea en ciencia, humanidades o profesiones. Los debates en el departamento y en su propia oficina acerca de la planificación y el diseño solían centrarse en asuntos sociales, más que biológicos; en particular, los miedos al determinismo derivados de métodos particulares para responder a los datos, los datos mismos, los costos y beneficios que resultaban del peso relativo asignado a varios factores y el papel de la imaginación, la política y el albedrío en las decisiones humanas. Es indudable que las tecnologías usadas para detección remota, mapeo, y procesos y cómputos digitales ahora son más sofisticadas. Del mismo modo, en las ciencias sociales los métodos cuantitativos evolucionaron, al igual que las preocupaciones por relaciones humanas y economías complejas y polémicas y todo tipo de grupos que no se tenían en cuenta hace cincuenta años. Sin embargo, la percepción y el enfoque fundamentales de Ian, a pesar de su método (imperfecto, como son inevitablemente todas las formas de investigación), le otorgan un marco a la planificación paisajística y regional de hoy. A pesar de todos los desarrollos en sistemas de información geográfica, ninguno ha demostrado que él estuviera trabajando en los problemas incorrectos, ni que esos problemas no siguen siendo de vital importancia en la actualidad. Asimismo, sus detractores han subestimado la responsabilidad de Ian de crear el contexto profesional en que los arquitectos paisajistas y los planificadores operan hoy; los profesionales de hoy se centran en preocupaciones similares y usan la tecnología que él promovió y recomendó.

Ian fue una fuerza que cambió nuestra perspectiva para siempre, pero también era una persona muy humana y contradictoria. Si bien a veces podía ser difícil de tratar, era muy leal y devoto con sus amigos y familiares, y demostraba un orgullo feroz y una protección absoluta con respecto a su cuerpo docente, se peleaba y hacía las paces con ellos a nivel social y privado, en revisiones y reuniones de claustro. Todo en un esfuerzo infinito por mejorar nuestro trabajo, nuestras vidas y el planeta. Uno de mis recuerdos más preciados es de él parado sobre un tronco, iluminado desde atrás por el sol abrasador, con un pantalón de piyama, un cigarrillo en una mano y una manguera en la otra, regando la inmensa huerta de su granja en Marshallton, condado de Chester, Pensilvania. Ovejas, cerdos y vacas de tierras altas deambulaban en el fondo mientras él mojaba el embrollo de plantas clasificadas en hileras y tarareaba su canción favorita de Coleman Hawkins. Ian siempre entendió que los humanos son parte de la naturaleza, y que solo comprendiendo la ecología y mediante acciones constructivas podríamos salvarnos y tener una buena vida.

 


 

Laurie Olin es uno de los arquitectos paisajistas más reconocidos en actividad. Desde la visión hasta la concreción, ha liderado muchos de los proyectos de la firma OLIN, entre otros el territorio del Monumento a Washington en Washington, DC; Bryant Park en Nueva York y el centro Getty en Los Ángeles. Es profesor emérito de arquitectura paisajística en la Universidad de Pensilvania y expresidente del Departamento de Arquitectura Paisajística en la Universidad de Harvard.

 


 

Notas

1 Ian L. McHarg, Design with Nature (Garden City, NY: Doubleday/Natural History Press, 1969).