El escritorio del alcalde
Ben Walsh tomó juramento como 54.º alcalde de Siracusa en enero de 2018 y comenzó a liderar una metrópolis posindustrial que, al igual que muchas otras, ha luchado contra la pérdida de empleo y población. Este hombre de 37 años, que ayudó a fundar el banco de tierra Greater Syracuse Land Bank y a remodelar el Hotel Syracuse, es conocido por su enfoque pragmático y creativo en la planificación urbana.
Antes de convertirse en alcalde (labor que cumplía su abuelo), era el comisionado adjunto de la ciudad para el desarrollo de barrios y comercios. Además, tuvo cargos en la Metropolitan Development Association y en la firma privada Mackenzie Hughes LLP. Posee una maestría en administración pública otorgada por Maxwell School, de la Universidad de Siracusa. Reside en la parte oeste de la ciudad con su esposa, Lindsay, y sus dos hijas. Fue entrevistado por Anthony Flint, miembro del Instituto Lincoln.
Anthony Flint: Usted nació en una familia política: su abuelo fue alcalde y congresista, y su padre también fue electo para participar en el Congreso. Pero usted se tomó su tiempo para postularse. ¿Qué fue lo que lo llevó a querer ser un alto ejecutivo?
Ben Walsh: Lo que importa es el servicio público. Yo admiro la capacidad de mi padre de ver la política como un medio para alcanzar un fin. Yo nunca tuve la confianza en mi propia capacidad para alcanzar ese equilibrio. Pero, al final, cuando empecé a trabajar para la ciudad [con la alcaldesa anterior, Stephanie Miner], empecé a considerar postularme.
AF: Durante las primeras semanas de trabajo, ¿cuál diría que fue el desafío más importante, y la mayor promesa, al ser el líder de una antigua ciudad industrial pequeña, como lo es Siracusa?
BW: Poseemos un déficit estructural, esperamos [un déficit de] USD 20 millones este año. La buena noticia es que, con los años, hemos alcanzado un buen equilibrio con los fondos. La mala es que los estamos agotando. Pero eso se equilibra con todos los ingredientes que posee Siracusa para ser una ciudad animada. Observo las tendencias y dónde quiere estar la gente joven, y les podemos ofrecer servicios urbanos, cercanía al trabajo, densidad y acceso a pie.
AF: Según nuestro informe reciente “Revitalizar las antiguas ciudades industriales más pequeñas de los Estados Unidos”, muchas ciudades posindustriales poseen una tradición sólida de fundaciones, otras organizaciones sin fines de lucro e instituciones de apoyo, educativas y médicas. ¿Qué tipos de colaboraciones están desarrollando?
BW: En realidad, no contamos con una base filantrópica amplia. Poseemos fundaciones locales, pero son más bien pequeñas. Es una bendición y una maldición del legado industrial. Nunca dependimos de una industria o empresa, entonces nunca llegamos tan alto ni caímos tan bajo. Las instituciones educativas y médicas son una parte importante de la ciudad. Una de las concentraciones más importantes de universidades y facultades se encuentra en esta región. Hay tres grandes hospitales que son empleadores importantes. St. Joseph’s ha crecido de forma muy intencional y es el pilar del barrio que lo rodea. Lo mismo ocurre con la Universidad de Siracusa. Nos gustaría comercializar mejor la tecnología que sale de esas instituciones. Si se observan nuestras instituciones legado, poseen una base de conocimientos y experiencia suficiente para crear empresas e industrias nuevas. . . Observamos muchas empresas en el espacio aéreo no tripulado (UA) basadas en tecnologías de radares que se remontan a General Electric. Con Carrier, si bien ya no hay fabricación, han conservado la investigación y el desarrollo, y se están realizando muy buenos trabajos en tecnologías de la calidad del aire interior.
AF: Siracusa le hizo una oferta para Amazon HQ2. ¿Aprendieron algo en ese proceso acerca de los recursos o defectos de la ciudad?
BW: Obliga a la región a trabajar en conjunto y colaborar, y nos prepara para oportunidades futuras, tal vez más realistas. Con los años, hemos tenido momentos bastante malos, y creo que, por eso, somos una comunidad reacia a los riesgos. Me gusta que hayamos sido creativos.
AF: Otro elemento importante para muchas antiguas ciudades industriales que se están regenerando tiene que ver con la historia y el sentido de pertenencia al lugar. ¿Cuáles son los “huesos” urbanos de la ciudad que le otorgan una ventaja competitiva en este aspecto?
BW: Si uno observa el renacimiento de nuestro núcleo urbano, ve la reutilización adaptable de los edificios industriales e históricos que tenemos disponibles. La gente busca ese sentido de pertenencia, esa autenticidad. Es real. No intentamos recrear Main Street. Hemos utilizado créditos impositivos históricos federales y del estado de Nueva York. Ha sido un impulsor esencial de nuestra renovación. Si se considera de forma más amplia la importancia de la historia en este lugar, surgen varias cosas: [la región de Siracusa fue] la cuna de la confederación Iroquesa, una parada importante del Ferrocarril Subterráneo, la cuna del movimiento del sufragio femenino, el centro de la industria de la sal. Estamos acogiendo esa historia.
AF: ¿Nos puede contar acerca de su interés y experiencia en banca de crédito hipotecario, y cómo eso se puede traducir en desarrollo más equitativo?
BW: Lo vimos como una oportunidad, ante todo, para ayudar a que la ciudad recaude impuestos de forma más efectiva. En el pasado, tomamos la decisión política de no ejecutar propiedades morosas, y eso creó un ambiente sin responsabilidades. Las propiedades quedaban vacías. Además, queríamos ser más intencionales en la forma de lidiar con esos baldíos, no como pasivos, sino como activos. Lo que habíamos estado haciendo era vender gravámenes impositivos. Nos dimos cuenta de que, aun así, el problema era nuestro. Hemos aprobado una ley estatal para crear un banco de tierra de la ciudad y el condado. Hemos construido un inventario considerable de propiedades y, hasta ahora, hemos vendido más de 500. Ahora, nos volcamos a un desarrollo más equitativo. Preferimos vender a [propietarios], y admitimos desarrollo de viviendas asequibles mediante el uso de créditos de impuestos por ingresos bajos. El primer paso fue abordar el problema, y ahora nos encontramos planificando procesos.
AF: La época de la renovación urbana afectó de forma particular a las ciudades como Siracusa. ¿Cuál es la importancia de la propuesta de desmantelar el viaducto de la Interestatal 81 que pasa por el centro, y qué se puede hacer para que ese proyecto se haga realidad pronto?
BW: Yo he sido un defensor locuaz de quitar la parte elevada de la I-81 a favor de la opción de una cuadrícula comunitaria. Contamos con infraestructura existente capaz de desviar el tráfico que pasa por la ciudad y recibir al que llega a ella gracias a una cuadrícula de calles mejorada. Hay intereses, más que nada suburbanos, que consideran que cualquier modificación a las condiciones existentes es una amenaza. Y eso es comprensible. A [nivel estatal], está llevando más tiempo de lo que todos esperaban. Estamos esperando una EIS (Declaración de impacto medioambiental). [Algunas de las opciones son] reemplazar el viaducto, para lo que se necesitaría que fuera más alto y más ancho, y un túnel. Estamos hablando de diferencias de miles de millones. La opción de la cuadrícula comunitaria alcanza los USD 1300 millones; la opción del túnel menos costosa está entre USD 3200 millones y USD 4500 millones, y a partir de allí todo aumenta. Es una diferencia bastante importante por una extensión de dos kilómetros y medio. Y, aunque pudiéramos pagar la construcción del túnel, no lo necesitamos. El 80 por ciento del tráfico ya viene de la cuadrícula existente. Solo se forma un cuello de botella en algunas rampas de acceso. Esta es una oportunidad que se presenta una vez en cada generación para arreglar un error del pasado.
AF: No todas las ciudades pueden ser un centro tecnológico alternativo a Silicon Valley. ¿Qué tiene Siracusa que podría crear un nicho?
BW: No podemos competir en todas las áreas, entonces nos identificamos donde tenemos competencias esenciales, como calidad del aire interior y sistemas aéreos no tripulados. Creo que somos la única ciudad del país donde alguien podría probar drones más allá del campo visual.
AF: ¿Qué se necesitará para que los más jóvenes se queden en Siracusa? ¿Tiene en mente algún objetivo de población?
BW: No tengo un objetivo en mente. Hemos perdido población durante décadas. El primer paso es estabilizarnos. Ya lo hemos hecho, y estamos cerca de los 140 000 habitantes. Cuando alcanzamos un pico de población, no teníamos la expansión suburbana que tenemos hoy. La región conservó estabilidad porque perdíamos [residentes de la zona céntrica] y la gente se mudaba a los suburbios. Ahora, si se observan las tendencias nacionales, lo que buscan los jóvenes es la ciudad.
Fotografía: Ciudad de Siracusa