espués de un año de una sequía intensa, incendios e inundaciones, los dirigentes del movimiento ecologista aprovechan la preocupación general sobre el cambio climático para enfatizar el papel fundamental que tienen los bosques, las sabanas, los parques y las turberas en la absorción de carbono y la generación de resiliencia.
El otoño pasado, científicos de The Nature Conservancy (TNC) publicaron una lista de bosques desde Washington hasta Georgia que, si se protegieran como se debe, cada año podrían quitar millones de toneladas métricas de dióxido de carbono del aire. Al mismo tiempo, una coalición de grupos de conservación y organizaciones empresariales sostenibles llamada US Nature4Climate lanzó una campaña con el lema “La conservación ES una acción climática”. Unos días después, Cities4Forests, un grupo de 73 ciudades comprometidas con la conservación y la restauración de los bosques, alentó a los dirigentes urbanos a tomar medidas y adoptar soluciones climáticas fundadas en la naturaleza.
Ahora que la amenaza existencial del cambio climático se encuentra en la cima de la jerarquía de problemas globales, los conservacionistas hacen cada vez más hincapié en la importancia del suelo, desde bosques rurales y paisajes funcionales hasta árboles en calles urbanas, para enfrentar ese desafío. Un gran trabajo constante para proteger el suelo y preservar la biodiversidad forma parte de las soluciones climáticas naturales, lo que TNC define como “medidas administrativas para la conservación, la restauración y la mejora del suelo que aumentan el almacenamiento de carbono o evitan la emisión de gases de efecto invernadero en paisajes y humedales en todo el mundo” (TNCa).
“Cuando se trata de mantener el carbono en la tierra y extraerlo del aire, no hay nada mejor que proteger los bosques”, dice Mark Anderson, director del Centro de Ciencias de la Conservación Resiliente de TNC, que hace poco agregó el almacenamiento de carbono a la lista de criterios de búsqueda de la popular herramienta en línea Resilient Land Mapping (TNCb). “Nuestro aliado más importante es el suelo vivo”.
Jim Levitt, director de la Red Internacional de Conservación del Suelo (ILCN, por su sigla en inglés), dijo que la conservación del suelo puede brindar muchos beneficios de gran importancia en esta era. Además de la captura de carbono, “las costas conservadas pueden protegernos de la subida del nivel del mar. Los espacios verdes en las ciudades pueden mitigar los efectos de las islas de calor. Las tierras agrícolas con vegetación pueden reducir, en gran medida, la contaminación del agua. Las tierras altas protegidas proporcionan agua limpia a centros urbanos densamente poblados”, dice Levitt, coautor de un Enfoque en Políticas de Suelo sobre las soluciones climáticas que brindan los grupos de conservación cívica (ver extracto en la página 30). “La lista continúa”.
En noviembre, se dio especial atención a la conservación en la cumbre sobre el clima COP26 en Glasgow, donde los dirigentes de más de 140 países se comprometieron a acabar con la deforestación y la degradación del suelo para el 2030, lo que amplió el compromiso que habían asumido 39 países en el 2014. Mediante la promesa hecha en Glasgow, 50 países acordaron proteger el 30 por ciento del suelo y los océanos del mundo para el 2030. El compromiso del gobierno de Biden con la campaña 30×30, America the Beautiful, buscará proteger 291.000.000 hectáreas durante la próxima década, en parte para abordar “la necesidad de combatir el cambio climático con las soluciones naturales que brindan nuestros bosques, tierras agrícolas y océanos” (Departamento del Interior de los Estados Unidos, 2021).
El suelo no es una panacea para el cambio climático, que es una crisis que debe abordarse de manera activa desde varios sectores, pero las ventajas climáticas de proteger el suelo son “irrefutables”, dice Anderson, que es el miembro Kingsbury Browne actual del Instituto Lincoln. Es una conexión que resuena desde lo emocional: en un boletín reciente de la Land Trust Alliance (LTA), que representa a más de 1.000 fideicomisos de suelo y afiliados de todo el país, se sugiere que el suelo es “la respuesta a la desesperación climática”.
Para Fernando Lloveras San Miguel, director ejecutivo del Fideicomiso de Conservación de Puerto Rico y ex miembro Kingsbury Browne, este momento en la conservación del suelo representa una vuelta al punto de partida. “El cambio climático es el resultado de la falta de conservación del suelo”, dice, y adjudica la crisis global a las prácticas insostenibles de consumo voraz y de desarrollo urbano que ignoraron la funcionalidad de los ecosistemas. Su mensaje: “Debemos cuidar los sistemas básicos que permiten la vida”.
Esos sistemas cuentan con lo necesario para ayudar a combatir el cambio climático. Estudios recientes sugieren que los ecosistemas de bosques, pastizales y turberas pueden absorber y almacenar más carbono de lo que se pensaba, tanto sobre el suelo como debajo de él (Gardner et al., 2021; Griscom 2021). Pueden crear microclimas que combaten las temperaturas cada vez más cálidas e incluso adaptarse a las necesidades de los animales, lo que modifica los hábitats, ya que las especies silvestres, por necesidad, cambian sus características para sobrevivir al cambio climático radical.
En un mundo cada vez más cálido, con ciclos de retroalimentación aterradores cada vez más comunes, un ecosistema sano, protegido y administrado de forma sostenible, fomenta un círculo virtuoso de biodiversidad, una funcionalidad que mejora constantemente y es más eficiente.
Hay un contraste muy obvio entre los beneficios de proteger el suelo y lo que sucede, literalmente, en el suelo. La deforestación se acelera a fin de liberar suelo para la urbanización o la agricultura, o por la acción de incendios, sequías e inundaciones que causan avalanchas de lodo. Esa destrucción tiene resultados negativos, a la vez que elimina grandes sumideros de carbono y libera nuevas emisiones a la atmósfera. Los incendios liberan el carbono acumulado en la vegetación y la tierra, que se suma a las emisiones generadas por la urbanización y la agricultura intensivas, incluido el metano de las vacas y los suelos destinados al pastoreo. Por esta razón, en 2021, el bosque amazónico empezó a emitir más CO2 del que absorbe.
Se observan patrones similares en todo el mundo, incluido el noreste de los Estados Unidos. Investigadores de la Universidad Clark descubrieron que los seis estados de Nueva Inglaterra en conjunto con Nueva York liberan a la atmósfera el equivalente a alrededor de 4,9 millones de toneladas métricas de dióxido de carbono cada año por la pérdida de bosques. La pérdida de la capacidad de almacenar carbono implica que la región no captura el equivalente a 1,2 millones de toneladas métricas de dióxido de carbono cada año.
“La deforestación es una fuente directa de este tipo de emisiones, ya que se libera el carbono almacenado en los árboles y las raíces como dióxido de carbono. También destruye una de las mejores herramientas que tenemos para quitar dióxido de carbono de la atmósfera”, escribe el equipo de investigación de Clark. “Por eso, un instrumento importante para combatir el cambio climático es la disminución de la pérdida de los bosques” (Williams, Hasler y Xi 2021).
El poder de mitigación climática del suelo es tal que los economistas y otras personas sostienen que el valor de los ecosistemas naturales debería incorporarse a la economía internacional: ponerle un precio a los beneficios climáticos del suelo. Esta perspectiva se incluyó recientemente en la revisión independiente sobre Economics of Biodiversity de Sir Partha Dasgupta, profesor de economía en Cambridge y miembro de St John’s College (Dasgupta 2021).
En el informe, que algunos ven como la versión sobre el suelo del informe sobre cuencas de Sir Nicholas Stern del 2006 sobre el alto costo de la inacción en cuestiones climáticas, Dasgupta destaca a la naturaleza como “nuestro recurso más valioso” que la humanidad administró mal. “Mi objetivo general es la reconstrucción de la economía para incluir a la naturaleza como un ingrediente”, dice.
Algunos dicen que el papel del suelo en la crisis climática tiene sus límites. “No hay suficientes árboles en el mundo para contrarrestar las emisiones de carbono de la sociedad, y nunca los habrá”, escribe Bonnie Waring, una ecologista de Imperial College London (Waring 2021). “Si maximizáramos la cantidad de vegetación que podría plantarse en el suelo de toda la Tierra, capturaríamos suficiente carbono para contrarrestar alrededor de diez años de emisiones de gases de efecto invernadero con la tasa actual. Pero luego la captura de carbono no aumentaría”.
Plantar y proteger árboles es importante, dicen los activistas, pero no debería distraernos de otros pasos importantes y necesarios para progresar en la batalla climática: reducir las emisiones de los medios de transporte, las construcciones y el sector energético, y acabar con los subsidios gubernamentales a los combustibles fósiles y el apoyo de instituciones financieras privadas para descarbonizar la economía.
A medida que la crisis climática aumenta el ritmo, los conservacionistas también deben enfrentar problemas emergentes. Por un lado, los inversionistas y los especuladores inmobiliarios están comprando grandes áreas de suelo en terrenos altos que serán más productivas por las temperaturas más cálidas y los nuevos patrones de precipitaciones. Además, hay un debate sobre las compensaciones del carbono mediante el suelo, que permiten que quienes contaminan contrarresten sus emisiones mediante un pago para quitar gases de efecto invernadero de la atmósfera en otro lugar. Los críticos dicen que las compensaciones hacen que quienes contaminan no sufran consecuencias y les permiten seguir emitiendo gases de efecto invernadero mientras apoyan funciones de captura que se llevarían a cabo de todas formas en áreas protegidas (Elgin 2020, Song y Temple 2021). No debería sorprendernos que la importancia del suelo en el cambio climático sea tan compleja como el problema mismo.
Conservación del suelo y el Instituto Lincoln
El Instituto Lincoln agregó la conservación a su cartera mediante la investigación sobre la tributación y la valuación del suelo. En 1976, la ley federal permitió la deducción de impuestos por regalar servidumbres de conservación, es decir, donar derechos de desarrollo en terrenos de propiedad privada. Pero la legislación que reconocía este instrumento nuevo no tuvo en cuenta las consecuencias de las servidumbres en los impuestos territoriales, y los asesores no sabían cómo valuar la propiedad que tenía un estado legal nuevo pero características físicas idénticas a las anteriores. El Instituto Lincoln, en respuesta a pedidos de ayuda de asesores y grupos medioambientales, desarrolló cursos sobre esta situación entre las servidumbres y los impuestos a la propiedad.
Durante la década de 1980, aumentó el interés de la organización en la administración del suelo, y se sumaron miembros del personal y grupos de estudio para especializarse en el tema. En 1981, un abogado de Boston que se había tomado un período sabático para estudiar la conservación voluntaria, Kingsbury Browne, organizó una reunión nacional en la sede del Instituto Lincoln. Los participantes, afiliados a alrededor de 40 fideicomisos de suelo y grupos relacionados de áreas desde Maine hasta California, acordaron crear el Land Trust Exchange, que luego se convirtió en la Land Trust Alliance (LTA). La LTA, una gran catalizadora para la conservación, cuenta con más de 1.000 organizaciones miembro y afiliados que protegen 24.685.824 hectáreas en todo el país. El legado de Browne perdura a través de un premio anual de la LTA que lleva su nombre y una beca de investigación en el Instituto Lincoln.
En la actualidad, el Instituto Lincoln señaló a los “recursos hídricos y terrestres administrados de forma sostenible” como una de las seis metas principales. La Red Internacional de Conservación del Suelo, creada en el 2014, brinda capacitaciones sobre la conservación en todo el mundo. El Centro Babbitt para Políticas de Suelo y Agua, fundado en el 2017, fomenta la integración de la planificación del suelo y el agua, principalmente en el oeste de los EE.UU.
“No se puede mitigar el cambio climático sin el suelo”, expresa Andrew Bowman, presidente de la LTA. Bowman dice que la mayoría de los miembros del grupo le dan gran importancia al cambio climático en sus prácticas administrativas, la gestión del suelo y las actividades de restauración. Pero eso no es lo único que influye en las acciones de conservación actuales: “Hay una interconexión entre la crisis climática, de biodiversidad y de igualdad”.
A eso hay que sumarle la salud pública. La pandemia demostró la necesidad de entender mejor la biodiversidad, la pérdida de los hábitats y la interacción de los humanos con la vida silvestre. En un anuncio de investigación de una Fundación Nacional para la Ciencia, se usó la frase “Restaurar y proteger la naturaleza es fundamental para evitar pandemias futuras” (NSF 2021).
También podría ser crucial para sobrevivir a estas. “La conservación y la restauración del suelo son fundamentales para el abordaje de la crisis climática, pero también para la salud de las comunidades, junto con un espectro que abarca desde parques urbanos hasta entornos silvestres remotos”, dice Jamie Williams, presidente de The Wilderness Society y miembro Kingsbury Browne de 2009. “La pandemia nos demostró lo importante que es pasar tiempo en la naturaleza para la resiliencia y la salud emocional, física y mental. Los estudios lo corroboran. Por eso nos enfocamos en crear una distribución más pareja de parques en áreas urbanas y en garantizar la igualdad de acceso a la naturaleza”.
La igualdad es una parte fundamental del debate sobre el clima y la conservación. Al resaltar su papel en esta campaña internacional simultánea para abordar la crisis climática, los dirigentes ecologistas pueden extender su alcance, diversificar sus equipos y llegar a personas que, de otra forma, quizás no asociarían el clima y el suelo. Poner más atención en la igualdad climática, a partir de campañas para garantizar la igualdad de acceso a parques urbanos, asociaciones con pueblos tribales soberanos y otras acciones similares, tiene el potencial de expandir el alcance y el impacto del movimiento.
Datos sobre el clima y la conservación
Total de toneladas de dióxido de carbono que producen los humanos cada año: 11.000 millones
Cantidad producida por la quema de combustibles fósiles: 9.500 millones
Cantidad producida por la deforestación: 1.500 millones
Porcentaje de dióxido de carbono que producen las personas y que absorben la tierra y el agua: 50
Porcentaje en el que aumentó la cantidad de dióxido de carbono que producen las personas desde 1750: 50
Toneladas métricas de dióxido de carbono que puede absorber por año un bosque típico de 404 hectáreas en el este de los Estados Unidos: 180
Hectáreas de suelo protegido por conservación cívica en los Estados Unidos: 24.685.824
Porcentaje de océanos bajo protección legal en todo el mundo: 7
Porcentaje de suelo bajo protección legal en todo el mundo: 15
Porcentaje de suelo y océanos que se están intentando proteger para el 2030: 30
Fuentes: Climate.gov, The Nature Conservancy, Land Trust Alliance, International Union for Conservation of Nature.
Las comunidades indígenas están preparadas para brindar soluciones creativas y basadas en la naturaleza (Jones 2020). En los Estados Unidos, alrededor de 50 tribus desarrollaron planes de acción climática basados en la naturaleza y con gran alcance en tierras indígenas de todo el país, que incluyen actividades desde restauración de las costas hasta quemas controladas. Las tribus “usan el conocimiento tradicional a la vez que aprovechan la ciencia y los datos”, dice Nikki Cooley, codirectora del Programa de Tribus y Cambio Climático del Institute for Tribal Environmental Professionals en Flagstaff, Arizona. Este enfoque refleja la perspectiva cultural de los pueblos indígenas, dice, “tienen un compromiso, una relación, con la Tierra . . . que conecta a las personas con el suelo”.
En Gowanus, Brooklyn, los arquitectos urbanos comparten una causa común con las organizaciones ecologistas tradicionales; trabajan codo a codo para proteger la biodiversidad y crear resiliencia ante el cambio climático en corredores urbanos densamente desarrollados. “Las redes de infraestructura verde en las ciudades crean un refugio para la vida silvestre”, dice Susannah Drake, profesora adjunta en The Cooper Union for the Advancement of Science and Art. “El cielo oscuro, los cinturones verdes y los corredores adaptados para el derecho de paso unen [áreas rurales] con centros urbanos”. Esa unión, dice ella, “revive los grandes paisajes productivos de las regiones” . . . Si no podemos recuperar todo el suelo [para la conservación], sabemos lo suficiente sobre la ecología del paisaje para hacer que haya más biodiversidad en el transecto entre las áreas urbanas, suburbanas y rurales”.
A mayor escala, el programa America the Beautiful del gobierno de Biden “presenta una gran oportunidad para alinear el programa climático y el de conservación, o incluso vincularlos”, dice Sacha Spector, director del programa de medioambiente en la fundación Doris Duke Charitable Foundation, que advirtió una antigua división entre los financiadores de la conservación y del clima, incluso en las mismas fundaciones. “Eso implica comprometer a todo tipo de partes interesadas y financiadores en esta comprensión más holística de la conservación y la administración del suelo, desde los defensores de los espacios verdes y la reforestación urbana hasta los grandes financiadores del clima, y las partes interesadas en la salud y la resiliencia. Para la biodiversidad y el clima, este es el momento de poner manos a la obra”.
En 2019, como parte de una iniciativa para obtener apoyo para la campaña 30×30, el Center for American Progress publicó un informe sobre el estado de las áreas naturales de los Estados Unidos (Lee-Ashley 2019). En el informe, se sugiere que el dilema de cuánta naturaleza conservar (en un esfuerzo para “frenar la extinción de vida silvestre, combatir el cambio climático, reducir la contaminación tóxica y proteger los sistemas naturales sanos de los que dependerán las generaciones futuras”) debería debatirse a nivel nacional con urgencia.
“No puede haber una respuesta única y simple a un dilema que es moral, económico, religioso, histórico, cultural, científico y, para muchas personas, profundamente personal”, dice el informe. “El debate de cuánta naturaleza proteger (y cómo, dónde y para quién) debe tener en cuenta y respetar las perspectivas de todas las personas, incluidas las comunidades muy afectadas por la degradación de los sistemas naturales, aquellas que no tienen igualdad de acceso al aire libre y los pueblos tribales con derechos sobre el suelo, el agua y la vida silvestre, las comunidades de color y otras”. Solo pasaron dos años desde que se publicó el informe, pero ahora ese debate es más urgente que nunca debido a la pandemia, los reclamos por la injusticia racial y los efectos cada vez más visibles del cambio climático.
A fin de cuentas, el clima y la biodiversidad están “entrelazados”, dice Levitt. Para lograr un abordaje significativo del cambio climático, se requiere una comprensión de esas conexiones y de nuestro papel en la naturaleza de las cosas.
“Los bosques son . . . redes verdes complejas que unen el destino de millones de especies y que albergan otros millones aún desconocidas”, escribe Waring, profesor de ecología en Imperial College (Waring 2021). “Para sobrevivir y prosperar en un futuro con un cambio internacional drástico, tenemos que respetar esta red entrelazada y nuestro lugar en ella”.
Anthony Flint es miembro sénior del Instituto Lincoln, conduce el ciclo de pódcasts Land Matters y es editor colaborador de Land Lines.
Imagen: turberas de indonesia. Crédito: Rifky/CIFOR via Flickr.
Gardner, A., D.S. Ellsworth, K.Y. Crous, J. Pritchard y A.R. MacKenzie. 2021. “Is Photosynthetic Enhancement Sustained Through Three Years of Elevated CO2 Exposure in 175-Year-Old Quercus Robur?” Tree Physiology (tpab090). https://doi.org/10.1093/treephys/tpab090.
Griscom, Bronson. 2021. “The Most Promising—and Proven—Carbon Capture Technology Is Nature”. Noticias de la Fundación Thomson Reuters. 17 de septiembre. https://news.trust.org/item/20210917123229-wm4fc.
Williams, Christopher A., Natalia Hasler y Li Xi. 2021. “Avoided Deforestation: A Climate Mitigation Opportunity in New England and New York”. Informe preparado para la United States Climate Alliance. https://tnc.app.box.com/s/apncszy7yrsknlk0hix9n2bt7n6n3f9k.
Protección de los espacios naturales de china
A la sombra de la enredadera de la urbanización veloz, florece la conservación cívica del suelo
Por Matt Jenkins, Enero 19, 2022
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I
En la provincia china de Sichuan, un rincón dominado por peñascos y neblina de la cordillera Min ocupa un lugar legendario en la historia de la conservación del suelo del país. Esta área protegida abarca más de 14.000 hectáreas y se la conoce como Laohegou. Es el hogar de más de una decena de pandas gigantes, además de monos dorados de Sichuan, ciervos almizcleros y takines. También funciona como vínculo entre dos reservas naturales nacionales vecinas y garantiza la continuidad de una parte del hábitat del panda gigante de gran importancia ecológica.
A diferencia de las reservas que conecta, Laohegou no cuenta con protección gubernamental. Es una reserva natural administrada por una organización de conservación cívica, la primera de este tipo en China. Además de ser importante para la ecología, también permite ver el papel que pueden tener las iniciativas cívicas para la conservación del suelo como complemento del antiguo sistema de protección gubernamental del suelo, que se expande con rapidez.
Desde la creación de Laohegou en el 2013, los movimientos de conservación cívica del suelo en China no han hecho más que florecer. En la actualidad, más de 20 organizaciones, con el apoyo financiero de fundaciones afiliadas a algunas de las empresas chinas más grandes, trabajan a una escala nacional. Gracias a sus iniciativas, se agregaron más de 10.000 kilómetros cuadrados de suelos protegidos en más de 50 lugares del país. Esta área se suma a un sistema gubernamental de suelo protegido que hace poco se extendió para incluir el primer parque nacional oficial.
En la Conferencia de Biodiversidad de las Naciones Unidas que tuvo lugar en Kunming en el 2021, el presidente chino Xi Jinping anunció la fundación de cinco parques nacionales, los primeros del país, aunque cuenta con un sistema de reservas naturales que se remonta a la década de 1950 (ver nota de recuadro). Los parques nuevos, en lugares que van desde lo alto de la meseta tibetana hasta las verdes montañas que albergan pandas en la provincia de Sichuan, y desde los bosques tropicales insulares del sur hasta un paraíso para tigres y leopardos en el noreste de China, son una oportunidad única para conocer la variedad de hábitats del país, a la vez que funcionan como un bastión frente al creciente desarrollo. El anunció de Xi fue la muestra más reciente del gran compromiso del gobierno con la protección del suelo, tan importante para la ecología.
Según la State Forest and Grassland Administration, el suelo bajo protección gubernamental ahora representa el 18 por ciento de la superficie terrestre de China e incluye 2.750 reservas naturales y miles de otras áreas protegidas de distintas maneras.
En el 2015, el gobierno dio los primeros pasos hacia un sistema integral que mejoraría la administración del suelo, aumentaría la superficie protegida e integraría joyas como parques nacionales, reservas naturales y otros suelos protegidos en un todo uniforme y ecológico.
Los nuevos parques nacionales de China
En octubre del 2021, el presidente de China, Xi Jinping, anunció la fundación oficial de los primeros cinco parques nacionales de China: el enorme Parque Nacional Sanjiangyuan en Qinghai, una provincia remota al noroeste del país; el Parque Nacional Wuyi Mountains, en la provincia costera de Fujian; el Parque Nacional del Panda Gigante, que abarca las provincias de Sichuan, Shanxi y Gansu al oeste; el Parque Nacional para Tigres y Leopardos en el noreste de China, en las provincias de Jilin y Heilongjiang; y el Parque Nacional de la Selva Tropical de Hainan en la provincia insular al sur del país.
Previo al anuncio de Xi, en el 2015, el gobierno chino inició el desarrollo de un sistema de parques nacionales: fundó diez parques nacionales piloto, y tres años más tarde, fundó la Administración de Parques Nacionales. Además de los cinco parques nacionales anunciados en octubre, hay otros cinco en evaluación: Qianjiangyuan-Baishanzu en la provincia de Zhejiang, Pudacuo en la provincia de Yunnan, Shennongjia en la provincia de Hubei, Nanshan en la provincia de Hunan y el Parque Nacional Qilianshan en las provincias de Gansu y Qinghai.
Las medidas del gobierno representan un cambio importante en la protección de la ecología en China. Pero hay otra dimensión prometedora en esta revolución discreta. Las iniciativas de las organizaciones para la conservación del suelo nacional, que surgieron, en parte, de ideas adoptadas de otros países (como los Estados Unidos), están cobrando fuerza y convirtiéndose en un movimiento característico de China.
La realidad del sistema de administración del suelo en China exige un enfoque diferente en cuanto a la conservación. La mayor parte del suelo chino es de propiedad gubernamental o colectiva, las personas físicas y las organizaciones, ya sean cívicas o privadas, no pueden poseer tierras por sí mismas. Por esta razón, estas tampoco pueden usar la herramienta más distintiva de los EE.UU. para la conservación privada del suelo: la servidumbre de conservación. Estos convenios permiten que un organismo gubernamental o una entidad como un fideicomiso de suelo restrinjan el desarrollo, la extracción de recursos naturales y otras actividades en un sector de suelo a fin de conservar su integridad ecológica. Sin embargo, las organizaciones chinas han sido pacientes y han probado enfoques para trabajar incluso con las restricciones particulares del sistema de administración del suelo que rigen en el país. En el 2008, encontraron una oportunidad.
Como parte de un esfuerzo más ampliopara revivir la economía centralizada con una sacudida de las fuerzas mercantiles y la competencia, el gobierno central otorgó “derechos de uso” de tierras forestales de propiedad colectiva, que representan casi el 60 por ciento de los bosques de China, para su arrendamiento a entidades no gubernamentales. Esto representó un gran cambio en la política y posibilitó que las organizaciones no gubernamentales actúen, básicamente, como fideicomisos de suelo, que conservan la tierra mediante la adquisición de bienes inmobiliarios o servidumbres de conservación, o la administración de propiedades de otras personas. En este caso, el programa para China de The Nature Conservancy (TNC China) notó que el cambio en la regulación podría darle la oportunidad a los grupos de conservación para arrendar derechos de uso de las tierras forestales y no usar ese suelo.
“Al principio, no veíamos ninguna posibilidad de copiar el modelo de fideicomisos de suelo en China”, dice Jin Tong, director de ciencia de TNC China. “Pero [los cambios del 2008] nos dieron una oportunidad”.
En el 2009, TNC China y la State Forestry Administration firmaron un convenio de colaboración para estudiar los fideicomisos de suelo como nuevo modelo de conservación en China. Luego de una búsqueda exhaustiva para encontrar una ubicación piloto ideal, TNC China dio con Laohegou y ayudó a crear una entidad independiente llamada la Fundación de Conservación de la Naturaleza Sichuan, el primer fideicomiso de suelo privado en China. La fundación negoció un “alquiler de conservación” de 50 años en Laohegou con el gobierno del condado.
Ese resultó ser solo el comienzo. Los esfuerzos para establecer Laohegou pronto dieron lugar a la creación de la primera organización nacional para la conservación del suelo privado en China. Hacía tiempo que la junta directiva de TNC China tenía gran influencia en el país. En el 2015, volvieron a imaginar la Fundación de Conservación de la Naturaleza Sichuan como un medio para llevar el concepto del fideicomiso de suelo más allá de Laohegou, y cambiaron su nombre a Paradise Foundation. Transfirieron a varios empleados de TNC China a la organización.
En los años siguientes, la fundación Paradise Foundation se convirtió en la organización para la conservación del suelo privado con mayor influencia en China. Hoy administra cinco proyectos, además de Laohegou, en todo el país, incluidas 25.500 hectáreas de reservas naturales en Sichuan que protegen el hábitat natural del panda, 10.500 hectáreas para aves migratorias en la provincia de Jilin (noreste de China) y reservas naturales en las provincias de Anhui, Zhejiang y Hubei.
El trabajo de la fundación forma parte de una iniciativa para aprovechar de manera más eficaz los esfuerzos de conservación del gobierno. “Esperamos que las áreas que protege Paradise Foundation demuestren una administración eficaz y ayuden a lograr un equilibrio entre los objetivos de conservación y las necesidades de desarrollo de la comunidad”, dice Ma Jian, un ex director adjunto de TNC que ahora es vice-presidente de Paradise Foundation.
Muchas de esas áreas protegidas eran reservas naturales administradas por el gobierno de las que la Paradise Foundation se hizo cargo después de lograr convenios con los gobiernos locales. Con frecuencia, China se ve agobiada por el problema denominado “parques de papel”, sobre todo en los condados y provincias, en el que las áreas protegidas por gobiernos locales tienen dificultades para financiar las tareas continuas de administración y funcionamiento, incluido el control de la caza furtiva y la tala ilegal.
“En muchas de las áreas protegidas de China, la experiencia del personal y el apoyo financiero no son suficientes”, dice Ma Jian. “Las organizaciones civiles buscan ayudar a organizar y administrar las áreas protegidas, no solo en términos de asistencia financiera, sino también en cuanto al personal y la experiencia, ya que están listas para comprometerse a largo plazo”.
“Los fideicomisos de suelo”, agrega, “son una forma de convertir esto en una realidad”.
A medida que Paradise Foundation creció, también aumentó considerablemente la cantidad de organizaciones cívicas para la conservación del suelo que trabajan en China (ver nota de recuadro en página 21). “Las organizaciones no gubernamentales cobran cada vez más fuerza, tanto en términos económicos como de eficacia”, dice Jin Tong de TNC China. “En general, las personas le están dando más prioridad a la protección ecológica, y la financiación nacional filantrópica es cada vez más frecuente”. Este movimiento de conservación cívica cuenta con el apoyo financiero de gigantes tecnológicos chinos como Alibaba y Tencent, así como de empresas inmobiliarias.
Las organizaciones cívicas también tomaron a la Land Trust Alliance (LTA) de los Estados Unidos como inspiración para aprovechar su eficacia (consultar la página 26 para ver cómo el Instituto Lincoln ayudó a establecer la LTA). En el 2017, Paradise Foundation, TNC China y otras 21 organizaciones y fundaciones no gubernamentales presentaron la Alianza cívica de conservación territorial de China (CCLCA, por su sigla en inglés).
“Esperamos que funcione como catalizador, al igual que la Land Trust Alliance”, dice Jin Tong. “Se trata de una plataforma para compartir experiencias y buenas prácticas, y una forma de unir nuestras voces para difundir nuestro mensaje”.
La alianza cívica de conservación territorial de China
En China, cada vez hay más organizaciones cívicas para la conservación del suelo de todos los tamaños. El instituto Heyi Institute, de Beijing estima que actualmente son más de 3.000. La Alianza cívica de conservación territorial de China está formada por 26 de esos grupos: The Nature Conservancy China, Paradise Foundation, Heyi Institute, Centro de Conservación Shanshui, SEE Foundation, Alibaba Foundation, Shenzhen Mangrove Conservation Foundation, Conservation International, Fondo Mundial para la Naturaleza, Wildlife Conservation Society, Fundación Lao Niu, Guangxi Biodiversity Research and Conservation Association, Global Protected Area Friendly System, Global Environmental Institute, Shenzhen One Planet Foundation, Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, International Crane Foundation, Tencent Foundation, Yintai Foundation, China Green Foundation, China Green Carbon Foundation, China Environmental Protection Foundation, Friends of Nature, Beijing Cihai Biodiversity Conservation Foundation, Qiaonyu Foundation y Yunnan Green Environment Development Foundation.
La Red Internacional de Conservación del Suelo colaboró con esta iniciativa. “La ILCN es una red que conecta a personas de todo el mundo que se preocupan por la conservación cívica o privada del suelo, y les ofrece un canal para compartir experiencias”, dice Shenmin Liu, que actualmente se encuentra en el PLC en Beijing como representante de la ILCN en Asia y referente para la CCLCA.
En los comienzos de la CCLCA, explica Liu, la ILCN trajo a varios conservacionistas de China a los Estados Unidos para que asistieran a la conferencia anual de la Land Trust Alliance en Pittsburgh y para que recorrieran Nueva Inglaterra y aprendieran sobre la industria forestal sostenible y las servidumbres de conservación. Ese intercambio incentivó una nueva forma de pensar sobre lo que podía lograr la CCLCA, dice: “Durante ese viaje, los participantes hicieron una lista de lo que querían lograr cuando volviesen a China”.
Entre esos objetivos, estaba la creación de un conjunto de estándares para las áreas bajo protección cívica en el 2019. La LTA registró esos estándares y los adaptó a partir de los lineamientos de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, por su sigla en inglés).En septiembre de 2020, 51 áreas con protección cívica cumplían los criterios de la CCLCA. Estos espacios abarcan casi 10.400 kilómetros cuadrados en 22 de las 34 provincias de China. La alianza, que ahora cuenta con 26 miembros, tiene como meta proteger el uno por ciento del suelo total de China (unos 96.000 kilómetros cuadrados) para el 2030.
En los últimos años, un equipo de conservacionistas de la CCLCA de TNC China participó en una iniciativa para lograr nuevos convenios de conservación (una denominación china similar a una servidumbre de conservación en los Estados Unidos) en terrenos adyacentes a un parque nacional que está en vías de creación en Baishanzu, al suroeste de Shanghái. Si lo logran, sumarán suelo protegido que tendrá al parque nacional en el centro, lo que creará un mosaico de suelo conservado interrelacionado. Este equipo del sector cívico chino está participando en la Large Landscape Peer Learning Initiative (Iniciativa de Aprendizaje entre Iguales sobre Grandes Paisajes) de la ILCN, donde trabaja con organizaciones pares de los Estados Unidos, Canadá y Rumania para mejorar constantemente la calidad de los esfuerzos de creación e implementación de estrategias.
Las organizaciones cívicas de China siempre mantuvieron una relación delicada con el gobierno, que, en los últimos años, puso bajo la lupa a todas las ONG. En 2017, entraron en vigencia nuevas regulaciones para ONG con afiliaciones extranjeras que las obliga a revelar las listas de miembros y las fuentes de financiación, y a afiliarse con un socio del gobierno que actuará como unidad de supervisión y operaciones. Estas ONG deben enviar planes anuales de trabajo para que el socio del gobierno y la Oficina de Seguridad Pública local los aprueben.
En su mayor parte, incluso con estos requisitos, las ONG para la conservación pueden continuar sus operaciones como de costumbre. A diferencia de otros temas más sensibles, como los derechos humanos y el trabajo, “en el mundo de la protección medioambiental, la política no tiene tanto peso, por lo que hubo menos restricciones”, dice Lin Jiabin, un asesor del PLC y ex miembro sénior del Consejo de Investigación de Desarrollo, que hace recomendaciones de políticas al Consejo Estatal y el Comité Central del Partido Comunista Chino.
De hecho, las metas de las organizaciones cívicas para la conservación van de la mano con el plan del gobierno nacional. La sostenibilidad ecológica es uno de los bastiones principales en la política y la ideología del gobierno.
En 2007, el antecesor de Xi Jinping, Hu Jintao, fomentó la búsqueda de una “civilización ecológica”. El concepto engloba un enfoque nacional en la sostenibilidad ecológica, pero también sirve como un título para la iniciativa de China de crear un modelo de desarrollo alternativo único para otros países. Finalmente se incorporó en la constitución china como una de las cinco misiones principales del Partido Comunista Chino, y Xi Jinping, que intenta posicionar a China como un líder medioambiental internacional, la respalda con fervor.
Según Jin Tong, el énfasis del gobierno en la civilización ecológica ayuda a centrar la atención en la protección de la biodiversidad y brinda un espacio para que las ONG desarrollen sus actividades.
El gobierno nacional también remarcó que espera que las personas y empresas más pudientes tengan un mayor papel filantrópico en la sociedad china. Como parte de la iniciativa “Prosperidad Común”, Xi Jinping alienta a las personas y empresas más pudientes a aumentar sus aportes filantrópicos, en un esfuerzo por disminuir las diferencias sociales. Las donaciones corporativas alcanzaron los 4.000 millones de dólares en 2020 e iban camino a superar ese monto en 2021.
“El énfasis actual en la construcción de una civilización ecológica es de gran ayuda para las organizaciones cívicas”, dice Ma Jian. “No solo eso, sino que el gobierno chino está enfatizando las ‘tres distribuciones’, y su implementación concreta es mediante instituciones filantrópicas. Creo que una serie de políticas diversas están propiciando el desarrollo de este tipo de instituciones”.
Si bien su relación con el gobierno a veces es ambigua, las organizaciones cívicas para la protección del suelo lograron establecer varias alianzas informales con ministerios y think-tanks afiliados al gobierno. Esto les da la posibilidad de ayudar al gobierno a identificar las prioridades de conservación y a participar en la reforma de políticas.
Al principio, TNC China prestó su propia experiencia y el conocimiento más amplio de TNC para identificar áreas de gran valor de conservación. La evaluación se incorporó en el Plan de Acción y Estrategia de Biodiversidad Nacional de China, que se publicó en 2010. Recientemente, el Ministerio de Recursos Naturales le encargó al PLC que lleve a cabo una investigación exhaustiva de las políticas sobre administración de recursos naturales, con el objetivo de apoyar la creación y la implementación de una planificación espacial nacional y provincial. El PLC también busca explorar la aplicación de técnicas precisas de conservación mediante teledetección del Centro de Soluciones Geoespaciales del Instituto Lincoln para el control de la calidad del agua en lagos grandes que involucran a distintas jurisdicciones de China.
Por su parte, Paradise Foundation se esforzó para alentar al gobierno a probar las servidumbres de conservación. En 2019, Guojun Shen, miembro de la junta directiva de Paradise Foundation y de la Conferencia de Consulta Política del Pueblo Chino (un cuerpo asesor del gobierno central de gran peso), envió una propuesta a favor del desarrollo y del uso de servidumbres de conservación en China. Las servidumbres son una forma de abordar las complicaciones que surgen cuando el suelo protegido incluye tierras agrícolas u otros emprendimientos de propiedad colectiva, como empresas forestales pequeñas, dentro de los límites.
“La tenencia es un gran desafío en las áreas protegidas, y aprendimos que dejar en claro la tenencia y las responsabilidades administrativas es un requisito para lograr una administración eficaz en estas regiones”, dice Ma Jian de Paradise Foundation. “Creemos que las servidumbres de conservación son clave para resolver este problema, así que esperamos poder probarlas”.
“Las servidumbres son una forma de aligerar la carga. El propietario no pierde los derechos de propiedad, sino que se separan los derechos de protección ecológica, lo que puede reducir el costo de protección”, agrega. “Al mismo tiempo, si la servidumbre se registra en la propiedad del suelo, brinda protección ecológica a largo plazo para esa área”.
Las servidumbres de conservación están en evaluación como una forma de ayudar a proteger los recursos ecológicos en “inholdings” o participaciones colectivas (terrenos de propiedad privada dentro del límite de un área protegida) en el Parque Nacional piloto Qianjiangyuan-Baishanzu, en la provincia de Zhejiang, y el Parque Nacional Wuyishan, en la provincia de Fujian.
En china, la fraseshehui liliang hace referencia al sector no gubernamental. Sin embargo, la traducción literal es “el poder de la sociedad”. Queda claro que, incluso mientras las organizaciones de conservación cívica entablan una relación con el gobierno, se han convertido en una potencia para la protección del suelo en China.
Ahora las organizaciones cívicas intentan encontrar maneras de ampliar su eficacia y, en particular, maneras de que el suelo que tanto les costó rescatar pueda integrarse al gran mosaico de tierras bajo protección gubernamental.
“Estamos trabajando en ello desde diferentes ángulos”, dice Jin Tong, de TNC China. “Intentamos explorar cómo podría institucionalizarse una administración más inclusiva en la reforma en curso del sistema de áreas protegidas. ¿Cómo pueden contribuir los actores no gubernamentales, incluidas las ONG, con el sistema de áreas protegidas? La participación de muchas partes interesadas podría ser el vínculo que complete los vacíos en la conservación y mejore la administración en las áreas protegidas y los parques nacionales existentes”.
TNC China y Paradise Foundation están trabajando con los Institutos de Ciencia y Desarrollo, un think-tank nacional de alto nivel afiliado a la Academia China de las Ciencias, para explorar cómo las partes interesadas no gubernamentales, incluidas las comunidades locales, las ONG, el sector empresarial y el público, pueden tener una mayor participación en la planificación y la administración de las áreas protegidas.
En líneas más generales, Jing Tong dice: “Incluso desde la perspectiva internacional, cada vez hay un mayor reconocimiento del papel que los actores no estatales van a jugar para llevar adelante los planes sobre biodiversidad”. Esto se vio claramente reflejado en la previa a la conferencia del Convenio sobre la Diversidad Biológica (COP15) que tuvo lugar en Kunming en octubre de 2021, el mismo evento en el que Xi Jinping anunció la creación de los primeros cinco parques nacionales de China, cuando el Ministerio de Ecología y Medioambiente fue la sede de un foro de dos días para ONG internacionales sobre biodiversidad organizado por una red de organizaciones civiles, incluido el PLC.
Entre los asistentes presenciales y virtuales, participaron más de 400 personas de más de 30 países, en representación de gobiernos, empresas, ONG, comunidades locales e indígenas, y el público en general. El foro, cuya transmisión en vivo tuvo más de 500.000 visualizaciones, dio como resultado una propuesta conjunta para invertir en la biodiversidad y protegerla. Además, el ministro de Ecología y Medioambiente de China, Huang Runqiu, buscó acercarse al sector no gubernamental: “Convoco a todos los actores no estatales para que contribuyan con el éxito del COP15 y demos inicio a un capítulo nuevo en la administración de la biodiversidad”. Este nuevo capítulo habla sobre la importancia cada vez mayor que tienen las organizaciones cívicas y privadas en la protección del suelo en China, y el poder de permanencia que tiene el movimiento.
Matt Jenkins, que ha trabajado como editor de la revista Nature Conservancy, es un escritor autónomo que colaboró con The New York Times, Smithsonian, Men’s Journal y muchas otras publicaciones.
Imagen principal: Parque Nacional piloto Qianjiangyuan-Baishanzu, en la provincia de Zhejiang. Crédito: TNC China.
Lincoln Institute Staff Promote Private and Civic Land Conservation at Historic COP15
This is an edited excerpt from an article published by the International Land Conservation Network.
Leaders and conservationists from more than 190 countries came together in Montreal from December 7 to 19 to address urgent threats to biodiversity at the COP15 global conference. A team from the Lincoln Institute of Land Policy participated in the historic event, promoting the role that private and civic land conservation can play in the international effort to halt and reverse biodiversity loss by the end of the decade.
Formally known as the 15th meeting of the Conference of the Parties to the United Nations Convention on Biological Diversity, COP15 resulted in a historic agreement, the Kunming̵–Montreal Global Biodiversity Framework, which serves as a roadmap toward a nature-positive future in which species and ecosystems thrive. COP15 has been compared in significance to its better-known counterpart, COP21, the 2015 UN climate conference where nearly 200 parties pledged to take action to mitigate climate change by signing the Paris Agreement.
A pillar of the Kunming–Montreal Global Biodiversity Framework is the formalization of the 30×30 goal, an effort to protect at least 30 percent of the world’s lands, oceans, coastal areas, and inland waters by 2030. This goal prioritizes areas based on the value of their biodiversity and aims to create ecologically representative, well-connected, and equitably governed systems of protected areas and other effective area-based conservation measures. It also recognizes Indigenous and traditional territories and emphasizes respect for the rights of Indigenous Peoples and local communities. The Kunming–Montreal framework also addresses issues including financial support for developing countries, harmful subsidies, food waste, and corporate transparency.
On the first day of the conference, ILCN and PLC co-hosted a daylong event with the Global Environmental Institute, Africa Wildlife Foundation, and other non-governmental organizations. The event, which centered on strengthening non-state actors’ efforts to support multi-goal and multi-benefit biodiversity conservation and sustainable development initiatives, attracted more than 100 participants from civil society, academia, the business sector, youth groups, and local communities. Elizabeth Maruma Mrema, executive secretary of the UN Convention on Biological Diversity, spoke about the critical role of civil society organizations in implementing the new framework. Levitt gave a keynote presentation on leveraging international and cross-sectoral expertise to help create an effective, trusted, and connected global network for private and civic land conservation. He described successful examples of collaborative civic conservation including the FONAG water fund in Quito, Ecuador, and Tallurutiup Imanga National Marine Conservation Area in Nunavut, Canada.
At a separate event, Shenmin Liu spoke about the importance of engaging youth in the conservation movement and the power young people hold as the future stewards of the planet. The ILCN and the Nature Conservancy of Canada also hosted a gathering for ILCN network members attending COP15, with participants hailing from Canada, China, Australia, Spain, South Africa, Kenya, Liberia, and other countries.
In addition to yielding a landmark agreement among the world’s nations to protect and restore biodiversity, COP15 served as a springboard for ongoing work. For example, delegates sowed the seeds for the establishment of a multilateral fund to enable equitable benefit sharing between providers and users of emerging agricultural technology. Details of the fund are set to be finalized at COP16 in Turkey in 2024, where signatories of the Kunming-Montreal Declaration will assess progress on their efforts to address the current biodiversity crisis and ensure a sustainable future for the planet.
Shenmin Liu is a research analyst with the Lincoln Institute and ILCN representative for Asia.
Image: Lincoln Institute staff and global partners at COP15 in December 2022. Credit: Shenmin Liu.
Peking University–Lincoln Institute Center Celebrates 15th Anniversary
By Katharine Wroth, Noviembre 28, 2022
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This fall marked the 15th anniversary of the Peking University–Lincoln Institute Center for Urban Development and Land Policy (PLC). Established in 2007, the center has become a leading authority on land policy issues in China, including the property tax, municipal finance, land and housing policies, and land conservation. To celebrate this milestone, the PLC held an event on November 4 that included commemorative remarks, a formal recommitment to the partnership between the two institutions, and several academic presentations on urban development and climate change.
“The Lincoln Institute works globally on topics largely relating to land policy, and the joint center is an exceptional platform for our China program,” said Katie Lincoln, chief investment officer and board chair of the Lincoln Institute, who delivered congratulatory remarks by video. “During the past 15 years, the center has held numerous conferences, undertaken research and demonstration projects, shared in scholarly exchanges, and happily gained recognition both in and out of China.”
In addition to Lincoln, several current and former leaders from the two institutions joined the celebration virtually or in person, including Jin Zhang, vice president of Peking University; Jianhua Lin, former president of Peking University; Yansong Li, former vice president of Peking University; George W. McCarthy, president of the Lincoln Institute; Gregory Ingram, former president of the Lincoln Institute; and Joyce Man, former director of the PLC.
“We are now at a difficult time of Sino-U.S. relations,” said former PKU President Lin. “But I believe that the mutual trust between our two institutions and the confidence about the value of what we do will continue to be a foundation for us to cooperate and move forward.”
During the event, Zhang and McCarthy signed an agreement for continued collaboration between the two organizations. “In the next few years, the PLC will add a new focus on land use and climate change, in support of China’s ambitious goal of achieving net-zero carbon goals by 2060,” noted McCarthy. “The PLC also will help the Lincoln Institute in its global efforts to address the climate crisis. The unique cooperation between the Lincoln Institute and PKU over the last 15 years has been fruitful for China, the United States, and the world in [finding land-based solutions to] economic, social, and environmental challenges. We are excited to embark on another five-year journey together.”
The center, which conducts research, training, policy analysis, academic exchanges, advisory services, and demonstration projects throughout China, also invited several scholars, fellowship recipients, and others who have been involved with its work over the years to share reflections.
“I worked with PLC for more than ten years, from winning the Peking University–Lincoln Center scholarship, to guiding students to participate in the center’s fund application, to becoming a partner of the center’s work and research,” said De Tong, associate professor at Peking University Shenzhen Graduate School. “Scholars at the center have become my inspiring mentors and friends, and colleagues at the center have also become comrades-in-arms at work and friends in life.”
The center has launched an essay contest open to those who have been involved with the PLC over the years, from scholarship recipients to business collaborators to conference participants. Five winning essays, selected in January, will receive a small monetary prize; a copy of the Lincoln Institute book Infrastructure Economics and Policy: International Perspectives, coedited by José A. Gómez-Ibáñez and Zhi Liu, who leads the PLC as director of the Lincoln Institute’s China program; a copy of Advanced Economic Geography by Canfei He, dean of the College of Urban and Environmental Sciences at PKU and associate director of the PLC; and publication on the PLC website.
The second half of the day’s events was structured as an online forum on climate change and urbanization in the context of China’s dual-carbon goal, which seeks to reach peak carbon by 2030 and achieve carbon neutrality by 2060. Leading policy makers and scholars from China, Hong Kong, and the United States shared their latest thoughts and studies on topics including green building, urban equity, and urban-rural integration, drawing an audience of more than 600 researchers, planners, and others.
“The dual-carbon goal is a major challenge for China, but also presents new opportunities for China’s continuing urbanization,” said PLC Director Liu. “Urbanization and carbon net-zero has been a hot topic in China’s policy debates, which have been getting more substantive and concrete over the last two years. I found myself learning a lot from these presentations, which deepened my understanding about the challenges and opportunities that the goal of carbon net-zero will bring to our urbanization for the next few decades.”
Forum topics and presenters included:
the evolution and future of green building, by Dr. Baoxing Qiu, former Deputy Minister of the Ministry of Housing and Urban-Rural Development;
carbon reduction models for commercial real estate, by Professor Siqi Zheng of the Department of Urban Studies and Planning of MIT;
equity and governance under China’s dual-carbon goal, by Professor Shenjing He from the Department of Urban Planning and Design of the University of Hong Kong;
carbon reduction through urban agglomeration, by Professor Ming Lu from Antai School of Economics and Management, Shanghai Jiao Tong University; and
urban-rural integration and rural revitalization, by Professor Shouying Liu from the School of Economics of Renmin University.
Visit the “Our Work” section of our website to learn more about the PLC and to find information about how to connect with the center on WeChat.
Lead image: Lincoln Institute President and CEO George W. McCarthy and Peking University Vice President Jin Zhang celebrate the renewal of the collaborative agreement that established the Peking University-Lincoln Institute Center for Urban Development and Land Policy. Credit: Courtesy of PKU.
Oportunidades de becas de posgrado
2023 C. Lowell Harriss Dissertation Fellowship Program
The Lincoln Institute's C. Lowell Harriss Dissertation Fellowship Program assists PhD students whose research complements the Institute's interest in property valuation and taxation. The program provides an important link between the Institute's educational mission and its research objectives by supporting scholars early in their careers.
The application deadline is 6:00 p.m. EST on March 3, 2023.
Ebonie Alexander Receives Kingsbury Browne Award and Fellowship
By Lincoln Institute Staff, Septiembre 20, 2022
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Ebonie Alexander, executive director of the Black Family Land Trust, has been named the 2022–2023 Kingsbury Browne Fellow at the Lincoln Institute of Land Policy and the recipient of the Kingsbury Browne Conservation Leadership Award from the Land Trust Alliance. Working at the intersection of equity and conservation, Alexander is committed to promoting and ensuring rightful ownership and stewardship of inherited family land for African American landowners and other historically underserved populations in Virginia, North Carolina, South Carolina, and other states.
“Ebonie is a leader in a space where she had to be a true pioneer and innovator,” said Andrew Bowman, president and CEO of the Land Trust Alliance. “Those qualities have allowed her to be the driving force behind innovative programs and state policy changes in support of landowners who have historically been overlooked. She has moved land conservation beyond its traditional boundaries. And with this award and fellowship, Ebonie will continue to inspire us.”
Alexander received the award at Rally 2022: The National Land Conservation Conference, sponsored by the Land Trust Alliance. The Kingsbury Browne award and fellowship, given annually since 2006, honor people who have enriched the conservation community with their outstanding leadership, innovation, and creativity in land conservation. They are named for a Boston tax lawyer and conservationist who served as a Lincoln Institute fellow in 1980 and inspired the founding of the Land Trust Alliance in 1982.
At the Black Family Land Trust, which is based in Durham, North Carolina, Alexander designed the Wealth Retention and Asset Protection (WRAP) program and African American Land Ethic, two initiatives that have helped landowners retain family ownership and control of more than $12.5 million of their land assets and secured more than $500,000 of federal funding to support farmland conservation.
During her year as a Kingsbury Browne fellow, Alexander will engage in research, writing, and mentoring, and facilitate a project that builds upon and shares her experience with the broader community. “Ebonie Alexander is a remarkable and passionate leader in the vanguard of efforts to protect open space, working farms, and diverse cultural heritage for generations to come,” said Jim Levitt, director of the International Land Conservation Network at the Lincoln Institute. “We are very excited to get to know her, to work with her, and to share her insights with land trust colleagues from coastal Virginia to the Pacific highlands, and beyond.”
Image: Ebonie Alexander speaks with a landowner as part of her work with the Black Family Land Trust. Credit: DJ Glisson II, Firefly Imageworks.